Por fortuna, no es habitual que la gripe en niños derive en cuadros de gravedad, pero a veces ocurre; si los pulmones fallan, puede ser necesario recurrir a una máquina que los sustituya temporalmente, la técnica de la oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO). Conectar esta máquina a un paciente ya es en sí mismo un procedimiento de alta complejidad. Más complejo resulta aplicarla a niños o recién nacidos, pero hay otra pirueta de dificultad: tener que trasladar al niño en ese estado crítico y conectado al órgano artificial a otro centro.
Ese ha sido el caso de Saray, de once años, ingresada en el Hospital Reina Sofía de Tudela (Navarra) por una gripe que se complicó. El pasado mayo, la niña tuvo que recibir la asistencia por ECMO y ser trasladada a la UCI pediátrica del Hospital Universitari Vall d’Hebron, en Barcelona. Gracias a esta técnica, según indican los médicos, no solo ha salvado su vida, sino que sus pulmones se han recuperado y es probable que, con el tiempo, apenas tenga secuelas.
La niña, que no tenía patologías previas, ingresó en la UCI de adultos del hospital navarro debido a una gripe A que se complicó por infección bacteriana y que de forma brusca comprometió su funcionamiento pulmonar.
El 7 de mayo por la tarde, Joan Balcells, jefe de Sección de Cuidados Intensivos Pediátricos y director del Programa ECMO Pediátrico y Neonatal del Hospital Vall de Hebron, recibió la llamada de una colega del Hospital 12 de Octubre, en Madrid. Desde Tudela, los médicos se habían puesto primero en contacto con este centro madrileño -uno de los tres que realizan la aplicación y el traslado de pacientes pediátricos en ECMO, junto con el Vall d’Hebron y el Hospital Regional de Málaga- pero, como relata a este medio Balcells, finalmente vieron más factible que el procedimiento se organizara desde Barcelona.
“Me llamaron a las siete y media de la tarde y a las nueve menos cuarto de la mañana siguiente, la niña, ya conectada a la ECMO, había ingresado en la UCI del Vall d' Hebron”, expone Balcells. En esas doce horas, profesionales del Vall d'Hebron y del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) se coordinaron para llevar un box de UCI pediátrica y su personal sobre ruedas hasta la paciente y transportarla en esas especiales condiciones al hospital barcelonés.
El caso de Saray se suma a los de otros niños transportados en ECMO que se han producido en goteo en los últimos años en España. La puesta en marcha de este procedimiento, poco frecuente pero vital, se basa sobre todo en el voluntarismo de profesionales que reúnen la especialización y experiencia necesarias.
“Afirmé que podíamos dar respuesta a este caso, porque sabía que contaba con el SEM”, reconoce Balcells. Lo primero que le preguntó a su vez el director médico de SEM, Jorge Morales, fue “¿cómo está el paciente?”. Y lo segundo, “¿qué necesitas?”. Aquí no cabe la improvisación: cualquier movimiento de un enfermo crítico en estas condiciones ha de estar milimetrado y siempre tiene que haber un plan B. “Desde Tudela a Barcelona teníamos localizados a todos los hospitales donde poder parar en caso de necesidad; por ejemplo, si faltaban hemoderivados o alguna prueba específica“, explica Morales.
“A la ida íbamos cruzando los dedos para que la paciente no empeora antes de llegar, y a la vuelta, para que no se produjera ninguna complicación”, recuerda Balcells sobre ese traslado por carretera en una ambulancia del programa SEM Pediátrico donde también participaron Jaume Izquierdo, médico adjunto de la UCI Pediátrica y coordinador del programa ECMO Pediátrico y Neonatal; Antoni Pàmies, cirujano cardíaco pediátrico de Vall d'Hebron; el enfermero clínico Jesús Corrionero y la enfermera Verónica Prieto, ambos expertos en el manejo de pacientes en ECMO. Por parte del SEM Pediátrico, también participaron la pediatra Julia Gómez, la enfermera Míriam Amado y dos técnicos de emergencias sanitarias, además de otros dos técnicos y un vehículo de Intervención del SEM necesarios para trasladar a todo el equipo humano y el material necesario, además del pediatra de críticos y varios profesionales del Centro de Coordinación Sanitaria (Cecos).
ECMO de larga duración
Una vez en el Vall d’Hebron, Saray ha estado durante dos meses conectada a la máquina que funciona a modo de pulmón artificial (extrae la sangre venosa del corazón, la oxigena y la devuelve al sistema venoso antes de llegar a los pulmones, de forma que los órganos descansan). “Afortunadamente, no es habitual aplicar la ECMO tanto tiempo. En un fallo respiratorio, suelen ser de dos a cuatro semanas”, puntualiza Balcells, y matiza que más difícil que decidir conectar la ECMO es determinar cuándo retirarla: “Quieres tener garantías de que el enfermo no va a empeorar, pero tampoco puedes esperar demasiado, por las posibles complicaciones”. La ECMO es una técnica muy invasiva, que no está exenta de riesgos de infección, hemorragia o trombosis, entre otros.
Hoy los pulmones de Saray funcionan de nuevo y su evolución invita a pensar que con rehabilitación y teniendo en cuenta la capacidad de recuperación de los niños, en cuestión de meses, quizá años, “prácticamente no va a notar nada en su vida normal”, espera Balcells.
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