En las últimas décadas ha habido avances en el conocimiento y tratamiento de la esquizofrenia pero no en su diagnóstico, algo que podría mejorarse gracias a una sencilla prueba basada en las huellas dactilares que, en fase de estudio, ha mostrado una fiabilidad del 70% identificando a personas que tienen riesgo de sufrir la enfermedad.
Poder identificar a los pacientes con esta patología obliga actualmente a descartar otros problemas de salud mental como el trastorno bipolar; hacer una exploración física, análisis y pruebas de imagen (resonancia magnética o tomografía computerizada), y realizar una evaluación psiquiátrica. Con todo ello pueden pasar más de seis meses hasta que la persona logra tener un diagnóstico y ser tratado de manera específica; y para entonces, su vida y la de su familia puede haber sufrido ya un importante desgarro.
En la esquizofrenia, el factor genético es el más relevante: se estima que tiene un peso del 80% de la enfermedad. La probabilidad de que se presente un caso en una familia es mayor si otro familiar está ya diagnosticado de la enfermedad. También influyen factores ambientales durante la gestación como, por ejemplo, que la madre haya sufrido una infección durante el desarrollo del feto. Eso hizo pensar a los investigadores de la Fundación de Investigación de la Congregación de Hermanas Hospitalarias (Fidmag), que dispone de una red de centros de salud mental repartidos por la geografía nacional, y del CIBER de Salud Mental (Cibersam) en la posibilidad de que la esquizofrenia dejase marcas en las huellas dactilares, puesto que los patrones dermatoglíficos, una vez formados, permanecen invariables desde el nacimiento (por eso se usan en el registro e identificación oficial de los ciudadanos). De hecho, las huellas dactilares se consideran un marcador del neurodesarrollo temprano por tener un origen embrionario común con el sistema nervioso central (se desarrollan conjuntamente durante las mismas semanas de gestación).
La idea de estos científicos españoles no era del todo nueva puesto que estudios previos habían sugerido la existencia de alteraciones en los patrones de las huellas dactilares en pacientes con esquizofrenia, pero se basaron en muestras pequeñas y tuvieron en cuenta aspectos muy concretos de las huellas, ignorando gran parte de la información que contienen.
Con ayuda de la inteligencia artificial
Los científicos del Fidmag y Cibersam aprovecharon los últimos avances en inteligencia artificial, en concreto el llamado aprendizaje profundo, y desarrollaron varios algoritmos avanzados para tratar de identificar los patrones de pacientes con esquizofrenia y de personas sanas en la huellas dactilares, y los probaron hasta dar con el más preciso, que se basó en tres dedos (pulgar, índice y corazón) de la mano izquierda.
El proyecto derivó en un estudio multicéntrico que, aunque están pensando en patentar el sistema, ya han publicado en Schizophrenia Bulletin. El estudio, en el que se implicaron varios centros de la orden religiosa (de Barcelona, Madrid, Palencia, Santander, Málaga, Navarra, Zaragoza y Guipúzcoa), incluyó las huellas dactilares de unas 1.500 personas; 600 enfermos con esquizofrenia y 850 controles sanos. Es así como se validó en primera instancia el algoritmo que alcanza una fiabilidad del 70 % identificando huellas dactilares de personas con riesgo de esquizofrenia y huellas dactilares de personas sanas.
Para los investigadores implicados, el resultado confirma que la prueba es un potencial marcador de riesgo de la enfermedad así como una herramienta fácil de usar (solo se necesita un pequeño aparato de recogida de la imagen de las huellas digitales y un ordenador o, incluso, un móvil) y fiable para detectar el riesgo de enfermedad inmediata y/o su futura aparición.
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