Cuando el VIH hizo su aparición, a principios de los años 80, la principal preocupación en aquel entonces fue la de conseguir un tratamiento que lograse atajar la elevada mortalidad de esta infección. La llegada de los antirretrovirales permitió mejorar esta situación de forma notable. Aunque todavía no era, ni lo es aun en la actualidad, posible erradicar por completo el virus del organismo, la enfermedad dejo de ser mortal en pocos meses para cronificarse.
Sin embargo, el aumento de la esperanza de vida de las personas con VIH está haciendo ahora aflorar toda una serie de complicaciones que al principio pasaron más inadvertidas. Una de estas es la inflamación persistente, que tiene importantes implicaciones en la salud. Este fue uno de los temas que se ha abordado en el reciente XIII Congreso Nacional del Grupo de Estudio del SIDA-Seimc (GeSIDA), que se ha celebrado en Sitges.
“Cualquier enfermedad crónica puede llevar a la muerte, pero por frecuencia las complicaciones más importantes derivadas de esta inflamación persistente son las enfermedades cardiovasculares, el deterioro neurocognitivo y el cáncer. Se dan estas con mucha más frecuencia en los pacientes con VIH que personas de su misma edad sin la infección. También pueden verse afectados por otras patologías como la enfermedad renal, la osteoporosis o la enfermedad pulmonar”, explica Esteban Martínez, médico clínico e investigador acreditado en el Grupo de Investigación Sida e Infección por VIH del Hospital Clínic y presidente del congreso de GeSIDA.
Si bien todas estas complicaciones son bien conocidas, el experto destaca que todavía no existe ninguna estrategia terapéutica establecida para hacerles frente en la actualidad y tampoco se sabe si diferentes estudios que se están llevando a cabo lo van a poder hacer. “Por tanto, las personas con infección por VIH, además de tener un control del virus, que eso es lo primero, también deben tener unos controles de salud generales para prevenir y para detectar precozmente que no aparezcan otras enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión o enfermedad cardiovasculares, que son comunes en la población a medida que envejecemos pero que pueden aparecer antes y con un riesgo mayor en las personas seropositivas”.
Sin consenso sobre el mecanismo
Aunque no hay ninguna duda acerca de la inflamación persistente en las personas con infección por VIH, no está sin embargo tan claro cuál es el mecanismo que la genera. Una de las hipótesis que se apunta es que, aunque el virus sea indetectable en las pruebas que se hacen para su seguimiento, siga estando presente. “Así seguiría habiendo un pequeño fuego de bajo nivel que mantiene esa inflamación crónica”, explica Esteban Martínez.
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