Todos los profesionales sanitarios basamos nuestra práctica clínica diaria en los cuatro principios bioéticos: principio de beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia.
Beauchamp y Childress, fueron los encargados en 1979, de redactar estos principios éticos de la biomedicina, los cuales están basados en un principio ético fundamental como es el respeto a la dignidad de la persona, siempre desde un enfoque integral y humanista de la atención sanitaria que prestamos, cada día y a cada persona que asistimos.
La bioética, siempre consideró que cada profesional sanitario estaba “obligado” a tomar las decisiones que consiguieran el máximo beneficio del paciente y por lo tanto no debía preocuparse por otros motivos. Pero hoy en día, este objetivo debe tener en cuenta otros aspectos como son el bien de la sociedad en su conjunto, los factores sociales y económicos, y dos cuestiones muy importantes: la calidad de vida subjetiva manifestada por cada uno de los pacientes y las preferencias que éste tiene sobre su salud y por lo tanto sobre su tratamiento. En este sentido y en ocasiones, lo que creemos mejor para el paciente, puede que no coincida con lo que el paciente crea que es mejor para él.
El principio de autonomía del paciente, se refiere a la capacidad que tiene el paciente para decidir, siempre que exprese su deseo. Este principio ha estado ausente y todavía hoy se “ignora” por una parte de los profesionales sanitarios e instituciones, que se sienten más cómodos con una modalidad asistencial paternalista y unidireccional, donde el paciente acepta y/o debe aceptar lo que el profesional sanitario decide y el paciente, por el hecho de serlo, no tiene capacidad ni conocimientos para elegir. El principio de autonomía obliga al profesional sanitario a informar al paciente sobre todos los aspectos y opciones que tiene sobre su enfermedad, y permite al enfermo a rechazar lo propuesto o elegir la opción que mejor considere.
En septiembre de 2020, la EFA (Federación Europea de Asociaciones de pacientes con alergia y enfermedades de la vía aérea), en una carta de respuesta a la Dirección General de Acción por el Clima de la UE por la revisión sobre la consulta de gases fluorados (incluidos en los sistemas pMDI) de efecto invernadero, manifestó que los pacientes con asma y EPOC son víctimas del cambio climático y además son piezas claves para reducir los gases de efecto invernadero, pero insisten que no se puede comprometer el acceso a la atención que necesitan ya que afectarían, no solo a su salud, sino a sus derechos sociales y fundamentales.
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