“Desde mañana, la mascarilla dejará de ser obligatoria en interiores, salvo en algunas excepciones. Avanzamos en la vuelta a la normalidad previa a la pandemia. El éxito de la campaña de vacunación nos permite iniciar ahora una nueva etapa en la lucha contra el #COVID19”, anunciaba el martes en su cuenta de Twitter, al finalizar la reunión de Consejo de Ministros, el presidente Pedro Sánchez. Al mismo tiempo, La Moncloa exponía, en un hilo en la misma red social, las excepciones y matizaba: “Aunque las mascarillas dejen de ser obligatorias en espacios interiores, se aconseja su uso responsable para la población vulnerable. También en eventos multitudinarios, entornos familiares y reuniones o celebraciones privadas, según la vulnerabilidad de los participantes”. Este matiz importa, y mucho, tal y como demuestra la sucesión de comunicados y opiniones de expertos alertando de la necesidad de que sigan extremando precauciones las personas de colectivos vulnerables (mayores de 60 años, embarazadas, personas inmunodeprimidas y no vacunados) o quienes estén en contacto con ellos.
Esta decisión se recoge en el Real Decreto 286/2022, publicado 700 días después de que se publicara (20 de mayo de 2020) la orden que regulaba el uso obligatorio y tras 71 días desde que entrara en vigor (8 de febrero de 2022) el Real Decreto por el que se eliminó la obligatoriedad de llevar mascarilla en espacios exteriores.
Con ella, el Gobierno vuelve a las andadas de las motivaciones más políticas que científicas. Ahora se lanza a algo que, a pesar de la excelente cobertura de la inmunización y la efectividad de las vacunas, el nivel de riesgo bajo en todo el territorio y que la gravedad de la enfermedad ha descendido, parece demasiado apresurado: el Ministerio de Sanidad notificó el martes 19 de abril (primera jornada en que se publicó la estadística tras el receso de la Semana Santa) una incidencia acumulada de covid-19 a 14 días de 505,86 casos por cada 100.000 habitantes en la población vulnerable; 70,44 puntos más que siete días antes, y seguido de un leve repunte en la ocupación hospitalaria en planta, aunque no en las UCIs. Y ya lo dijo semanas atrás el director de la OMS, Tedros Adhanom Gebreyesus: “Sabemos que cuando aumentan los casos, también lo hacen las muertes”.
Qué confianza habrá al respecto cuando muchas grandes empresas han anunciado que mantienen la obligatoriedad de las mascarillas en interiores por "prudencia".
El comité de urgencia de la OMS sobre la covid-19 fue "unánime" el pasado 13 de abril al considerar que aún no es "momento de bajar la guardia", informó su presidente, Didier Houssin. "La situación, con respecto a la covid-19, está lejos de terminarse, aún está muy activa la circulación del virus, la mortalidad sigue siendo elevada y el virus evoluciona de manera imprevisible", dijo el experto en una rueda de prensa en Ginebra. "No es el momento de relajar (las medidas) con respecto a este virus, ni de descuidar la vigilancia, las pruebas y los informes, ni de laxismo en las medidas sociales y de salud pública, ni de renuncia respecto a la vacunación", añadió.
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