Una lección clara que nos van a dejar la pandemia y la invasión rusa de Ucrania es que bienes de primera necesidad como son los medicamentos, las vacunas y la tecnología y los productos sanitarios no pueden dejarse enteramente en manos de países fuera de la Unión Europea. El proceso de globalización en el que llevamos años avanzando va a sufrir, si no lo ha hecho ya, un frenazo importante.
Es decir, que urge una estrategia española y de la Unión Europea para atraer la fabricación de materias primas y productos farmacéuticos y sanitarios acabados porque seguir dependiendo de terceros países, y compitiendo por la adquisición en el mercado internacional, es una idea nefasta, que pone en peligro la salud pública, la economía y el bienestar social de nuestro país y la de nuestros socios europeos.
Las administraciones competentes, todo hay que decirlo, después de lo que han vivido durante la pandemia, están blanditas al respecto, aunque les cuesta apearse de esa política de reducción de precios que vienen aplicando en aras de la sostenibilidad del sistema sanitario.
El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (Mincotur) tiene un plan para impulsar la fabricación de principios activos y medicamentos esenciales en España, y reducir así la dependencia actual de Asia. Incluye más de 1.000 millones de euros para ampliar fábricas y construir otras nuevas. Y dispone de más planes al respecto, aunque ninguno relativo a la política de precios, que es como realmente se potenciaría la inversión de la industria especialmente de medicamentos innovadores y biológicos y de genéricos y biosimilares.
Además, el pasado mes de diciembre, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, dijo que la Estrategia Farmacéutica Europea será una de las prioridades políticas durante la Presidencia Española de la Unión Europea en 2023. Y defendió la necesidad de contar con una Europa con autonomía y suficiencia en cuestiones estratégicas como la producción de determinados productos críticos en emergencias sanitarias.
Ser un país de sol, playa, agricultura y ganadería, comercio y servicios está muy bien, siempre y cuando no nos lo juguemos todo a esas carta e intentemos ser también fuertes en asuntos igualmente primordiales para el desarrollo como son la industria, la energía (renovables, of course), el transporte y la logística y las TIC. Algunos de esos sectores, como el de la industria farmacéutica y de productos y tecnología sanitaria, llevan aparejados empleos de calidad directos e indirectos, vinculados también a la actividad de I+D+i.
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