La Unión Catalana de Hospitales (UCH) ha presentado hoy, en la IV Jornada +Futur (+Futuro), que se celebra en Barcelona, una propuesta para lograr la integración asistencial en sanidad, una asignatura pendiente en esta comunidad autónoma aunque ya se han intentado varias fórmulas para lograr la coordinación de los diferentes niveles de atención en cada territorio. En la base del problema, que no se ha resuelto con la historia clínica compartida y otras medidas (compra capitativa de servicios, rutas asistenciales por patologías), está que Cataluña tiene múltiples proveedores de asistencia, públicos y concertados, en la mayoría de sus diferentes regiones sanitarias.
El objetivo de la nueva propuesta, según la UCH, es garantizar la continuidad de la atención a la persona desde la coordinación de los recursos y el compromiso profesional para mejorar la resolución de los problemas salud y la satisfacción de las personas. Es decir, lo que proponen es impulsar la integración asistencial no desde la administración autonómica, en este caso el Servicio Catalán de la Salud, para abajo ni desde la base, los profesionales, para arriba, sino desde el medio, a la altura de las entidades y organizaciones en cada territorio (la mayoría asociadas a la patronal UCH), ha informado a este diario Josep Fuster, director del proyecto.
Para su propuesta, la UCH parte de modelos de éxito de otros países, la escucha a los pacientes, la voz de los profesionales y las fortalezas de la sanidad catalana. En total, en su diseño han participado 30 entidades y 80 profesionales del sector sanitario y social. El objetivo es garantizar la continuidad de la atención a la persona desde la coordinación de los centros de cada nivel asistencial (primaria, hospital, salud mental, sociosanitario) y el compromiso de los profesionales para mejorar la resolución de los problemas salud y la satisfacción de las personas.
La UCH considera que algunas entidades están “muy maduras” para aplicar la propuesta. Ahora, en su opinión, cuando los pacientes entran dentro del sistema, su atención está fragmentada, lo que afecta especialmente a personas con enfermedades crónicas, pluripatología y/o necesidades complejas.
Pérdida de eficiencia
“Hay pérdidas de eficiencia cuando no se produce la atención en el dispositivo y en el momento adecuado, por una duplicación de pruebas, una multiplicación de contactos y una discontinuidad a lo largo del proceso. Además, no se comparte información del itinerario y el mismo paciente, a menudo, desconoce su situación dentro el itinerario que debe seguir en cada proceso. Hay riesgo para la seguridad del paciente por la falta de visión global de la persona y la comunicación insuficiente entre profesionales que intervienen en los procesos de atención”, reconoce. Y, a menudo, “se diluye la figura del profesional referente cuando el paciente pasa de un recurso a otro, hecho que puede comportar una pérdida de responsabilidad por parte del profesional y que el paciente se sienta perdido dentro del sistema de atención”.
Además, “aunque existen unas rutas asistenciales diseñadas y pactadas por determinados procesos, su implantación efectiva es débil y desigual, no hay un seguimiento ni una evaluación continua de su funcionamiento y mejora de resultados”, subraya.
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