Hace tan sólo unos días que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) hizo pública la tercera oleada del Barómetro Sanitario en 2022, una encuesta que se ha repetido en marzo, junio y noviembre de este año 2022 tras haber quedado paralizada durante la pandemia y que ha sufrido algunos cambios metodológicos importantes como el paso a la encuesta telefónica en lugar de presencial y la modificación e introducción de nuevas preguntas respecto a antes de la pandemia.
Las cifras de esa tercera oleada de la encuesta, realizada a más de 2.500 personas en noviembre de 2022, reflejaban un empeoramiento importante de la opinión de los ciudadanos sobre el sistema sanitario, al que otorgaban una nota de 6,04 sobre 10 frente al 6,46 que le daban pocos meses antes, en marzo de 2022, o el 6,77 que recibía antes de la pandemia, en 2019.
El descontento con la marcha de la sanidad pública se hacía evidente con un 48,7% de los ciudadanos que en noviembre de 2022 (12 puntos más que en marzo de 2022) consideraba que el sistema sanitario necesita cambios fundamentales (31,9%) o que, directamente, afirmaba que funciona mal y necesita cambios profundos (16,8%). El empeoramiento de la opinión de los ciudadanos es, con todo, mucho más evidente si se observan las cifras previas a la pandemia. En 2019 el 74,4% de españoles consideraba que la sanidad pública funcionaba bien o muy bien aunque necesitara algún cambio frente a sólo un 50,5% que así lo cree en noviembre de 2022.
Peor acceso en las ciudades grandes que en los pueblos
La letra pequeña del Barómetro del Sanitario del CIS refleja, sin embargo, no sólo un empeoramiento de la opinión de los ciudadanos sino lo que es más grave: un problema de acceso al sistema público. Un 20% de los que necesitaron acudir a su médico de familia no lo consiguió. En concreto, la encuesta pregunta a los ciudadanos si en los 12 últimos meses han necesitado consultar a un médico de familia del sistema público “por un verdadero problema de salud”. Y los resultados muestran que un 19% de la población no necesitó ninguna consulta de familia, el 60,8% la necesitó y la consiguió y un 15,8% del total de ciudadanos necesitó la consulta pero no la consiguió. Esto es, entre quienes sí la necesitaron uno de cada cinco no la llegó a conseguir.
La principal causa por la que no consiguieron acceder a un médico de familia fueron las listas de espera, al ofrecerles la cita para muchos días después, cuando ya no la necesitaban (47,5% del total de los que no consiguieron la consulta con su médico de familia).Hubo con todo un 27,3% de ciudadanos sin cita que no consiguieron siquiera contactar con su centro médico y un 7,3% que asumió que las consultas de primaria estaban tan saturadas que prefirió acudir directamente a Urgencias. El miedo al contagio por la covid ya no tuvo nada que ver con la falta de acceso al sistema, en tanto sólo un 0,4% citó esa causa como motivo para no llegar a ir a la consulta que necesitaba.
Este problema de falta de acceso se ha dado principalmente en grandes ciudades muy por encima de lo sucedido en pequeños municipios. En concreto, en los municipios de menos de 2.000 habitantes sólo el 10,9% del total de ciudadanos no consiguió acceder a su médico de familia cuando lo necesitó frente al 21,9% que se encontró en esa situación en grandes municipios.
Si se miran las cifras no sobre el total de ciudadanos sino exclusivamente sobre los que sí necesitaron una cita en los 12 últimos meses, las cifras son aún más sangrantes, con alrededor de un 13% de ciudadanos de pequeños municipios que necesitaron consulta con su médico de familia y no la consiguieron pero cerca de un 30% en esa misma situación en las grandes ciudades de más de un millón de habitantes.
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