Uno de los efectos secundarios de la quimioterapia del cáncer es el desarrollo de una elevada sensibilidad térmica y mecánica en las manos y los pies, conocida con el nombre de neuropatía por quimioterapia (CIPN).
Hasta el 80% de los pacientes pueden verse afectados por esta neuropatía y, aunque es reversible en la mayoría de los afectados al desaparecer gradualmente al terminar la quimioterapia, puede llegar a hacerse crónica hasta en el 30% de los casos.
Además, esos efectos suelen acompañarse de trastornos asociados como fatiga, insomnio y depresión y en el 40% de los casos, le resulta insoportable al paciente, por lo que se debe reducir la dosis de quimioterapia o incluso detener y cambiar el tratamiento de su cáncer, con el efecto terapéutico adverso que ello conlleva.
Antonio Ferrer Montiel, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Miguel Hernández (UMH) y director del Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (IDiBE), ha revelado que los receptores sensoriales de la temperatura TRPV1 se vuelven más activos en pacientes con neuropatía por quimioterapia.
Los resultados de este trabajo, publicado en British Journal of Pharmacology, han sido obtenidos por el momento en células de roedores, pero abren las puertas al desarrollo de productos que alivien los síntomas de los pacientes oncológicos.
Según explica Ferrer, no existen en la actualidad tratamientos que puedan aliviar los síntomas de esta neuropatía, puesto que las cremas cosméticas que se utilizan ofrecen apenas un alivio transitorio. En los casos más graves, se recurre incluso a sedantes débiles y antidepresivos como la duloxetina.
Quimioterápicos más habituales
Respecto al punto de partida del trabajo, Ferrer expone que "estudios previos del grupo de neurobiología sensorial del IDiBE mostraron que los anti-tumorales más usados (taxanos y sales de platino) incrementaban la excitabilidad de las neuronas sensoriales cutáneas, provocando una sensibilización a estímulos térmicos y mecánicos que podría explicar la elevada sensibilidad palmoplantar que sufren los pacientes que desarrollan CIPN".
Por ello, el grupo desarrolló un modelo pre-clínico 'in vitro' de neuronas sensoriales de rata de larga duración que permitía emular los ciclos de quimioterapia que experimentan los pacientes oncológicos y estudiar cómo la exposición de las neuronas a los antitumorales aumentaba su excitabilidad.
Además, "este modelo facilitó la identificación de los componentes moleculares causantes de la sensibilización quimioterapéutica de las neuronas señoriales, abriendo la vía para el desarrollo de estrategias terapéuticas", apunta Ferrer.
Gracias a este trabajo, se ha comprobado que la actividad del termorreceptor neurosensorial TRPV1 -descubierto por David Julios, premio Nobel de Fisiología o Medicina 2021 y profesor de la Universidad de California San Francisco, Estados Unidos-, incrementa de forma sustancial el desarrollo de este trastorno.
Inhibir los receptores
"El hito más resonante de estos estudios ha sido el descubrimiento de que los termorreceptores neuronales, principalmente TRPV1 (inicialmente conocido como receptor de la capsaicina), están muy implicados en la etiología de la neuropatía palmoplantar por quimioterapia. Además, sugieren que la inhibición de estos receptores, particularmente TRPV1, por compuestos como los vanilloides no abrasivos desarrollados por el mismo grupo en 2017, puede ser una estrategia adecuada para aliviar los síntomas de los pacientes que sufren CIPN", remarca Ferrer.
De hecho, un estudio piloto realizado en los hospitales locales con una crema palmoplantar conteniendo este ingrediente ha rendido un resultado positivo, mostrando un alivio de los síntomas más molestos en un 75% de los pacientes. A través de la spin-off de la UMH, Prospera Biotech, han puesto esta crema a disposición de los facultativos y pacientes en farmacias a finales del pasado mes de marzo.
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