Las adversas condiciones meteorológicas de este invierno, muy frío durante el mes de enero, han retrasado la polinización lo que se traducirá en un crecimiento más vigoroso y con más pólenes de gramíneas en primavera. Este año, el efecto de la borrasca ‘Filomena’, que produjo intensas nevadas en la zona centro peninsular en las comunidades de Aragón, Castilla-León, Madrid y Castilla-La Mancha, el deshielo ha favorecido el acumulo de agua en la superficie terrestre, lo que ocasionará un mayor desarrollo de todas las plantas y como consecuencia un aumento en los niveles de pólenes, incluidos los desencadenantes de problemas alérgicos.
“Sin embargo, el resto de los pólenes que pueden producir problemas alérgicos, como es el caso del plátano de sombra, el olivo, el abedul, y las cupresáceas (ciprés y arizónica), este año no tendrán niveles elevados debido a la caída de los árboles y la rotura de ramas por la borrasca que azotó la zona central”, según Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergia e Inmunología Clínica (SEAIC), que ha presentado las previsiones sobre alergia a pólenes para esta primavera en diferentes áreas geográficas españolas gracias a la recopilación de los datos de las 62 estaciones aerobiológicas del Comité de Aerobiología de la SEAIC, junto con los factores climatológicos proporcionados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y con la colaboración del Área de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Antonio Valero, presidente de la SEAIC, ha señalado que en España hay más de ocho millones de personas alérgicas a pólenes, siete de los cuales son alérgicos a gramíneas seguidos en orden decreciente por alergia al olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria. Además, casi el 50% de los alérgicos pueden ser estar sensibilizados a varios alérgenos; pólenes y ácaros, por ejemplo.
Patología en aumento constante
La enfermedad alérgica respiratoria afecta a entre el 20-25% de la población española; una de cada cuatro personas. La mitad lo será por alergias a pólenes, un cuadro en aumento y estrechamente ligado al cambio climático: a mayor cantidad de proteínas alergénicas y más pólenes, más contaminación bronquial.
Moral subraya que en los últimos diez años se ha duplicado el porcentaje de alérgicos a los pólenes más alergénicos. “Las gramíneas han pasado del 35% al 74%, la arizónica del 9% al 23%, el plátano de sombra y la salsola del 7% al 14% y el olivo del 30% al 52%. La causa parece hallarse en el efecto de la contaminación y el cambio climático sobre los pólenes”.
Sin embargo, ambos profesionales han advertido un hecho que se viene observando desde la primavera pasada, con la irrupción de la covid-19 en nuestras vidas: el uso de mascarillas para combatir esta enfermedad vírica ha beneficiado a estas personas, ya que reducen los síntomas alérgicos.
“El uso de mascarillas cuando existe exposición ambiental es muy favorable para estas personas, pero la estigmatización que, fuera del contexto covid-19, se apreciaba en torno al uso de mascarillas, originaba que no se utilizaran para este fin. Lo que se observó la pasada primavera, también se ha constatado en febrero y marzo con la alergia a las arizónicas, por ejemplo. Si esta medida se instala entre los paciente alérgicos durante los meses de mayor exposición, es muy probable que sus síntomas alérgicos disminuyan”, señala Moral.
No obstante, Valero ha insistido en no dejar de lado la inmunoterapia o vacunación antialérgica, ya que siempre debe considerarse como tratamiento de primer orden en el manejo de los pacientes alérgicos porque es el único que puede modificar la evolución natural de la patología alérgica”.
Previsiones para España
Moral ha subrayado que las concentraciones más elevadas de pólenes de gramíneas se producen en el centro de la Península y en Extremadura. Así, “los alérgicos a pólenes de gramíneas de Castilla-León, Castilla-La Mancha, Aragón y Madrid se enfrentarán a una primavera muy variada, que oscilará entre los 2.000 granos/m³ de Cuenca y los 7.000 granos/m³ de Toledo.
Concretamente, en Aragón, se prevé una primavera leve, sin llegar a superar los 3.000 granos/m³. Por su parte, en Castilla-León, se espera una primavera moderada, con valores entre 3.000 y 4.000 granos/m³. En Castilla-La Mancha se prevé leve en Cuenca, Guadalajara y Albacete, mientras que se espera que sea moderada en Ciudad Real e intensa en Toledo. En Madrid, se prevé que la primavera sea intensa, con valores de 6.000 granos/m³. En este sentido, es importante resaltar que en la capital, el porcentaje de polínicos alérgicos al plátano de sombra supera el 40%”.
En Canarias, las concentraciones de pólenes serán leves, mientras que en la cornisa cantábrica oscilará entre leve y moderada. En el litoral mediterráneo habrá variaciones entre zonas geográficas: de los 1.000 granos/m3 de Cartagena a los 2.400 de Lérida, por ejemplo. En el sur peninsular se registran los cambios más fuertes: de una incidencia leve, como la de Almería, con 1.000 granos/m3, a los 10.000 de provincias como Cáceres y Badajoz, las más intensas de España.
Un reciente estudio sobre el SARS-CoV-2 sugería que las reacciones al polen podrían favorecer la expansión del virus, fenómeno ante el que Valero y Del Moral se han mostrado extremadamente cautos, según han señalado a DM.
En el citado estudio, se sugiere que la presencia de pólenes, tanto alérgicos como no alérgicos, actuarían sobre el sistema inmunológico disminuyendo, de alguna manera, las defensas al reducir la producción de citocinas e interferones, moléculas con cierta protección frente al SARS-CoV-2. Así, el aumento de pólenes podría favorecer la replicación de los virus.
Sin relación directa entre polen y SARS-CoV-2
No obstante, este artículo, "extenso pero sorprendente", según Moral, ha utilizado datos de unas 250 estaciones aerobiológicas de 31 países, pero solamente los recogidos entre el 1 de enero y el 8 de abril de 2020; es decir, "sólo ha utilizado los datos de los pólenes de una fracción del año. Para poder confirmar si estos pólenes afectan o no a la incidencia de coronavirus habría que haber realizado un seguimiento completo durante todo el año. Describe un fenómeno que en algunos de los estudios que ha desarrollado el Comité de Aerobiología de la SEAIC al respecto no hemos encontrado”.
Recalca además que cuando se produjo el descenso de la primera ola de covid-19, a finales de abril de 2020, "fue precisamente cuando empezábamos a tener niveles de pólenes muy altos, tanto de gramíneas como de olivo. Paradójicamente, cuando empezó el inicio de la segunda ola de coronavirus, los niveles de pólenes eran más bajos. Así, según los datos de los que disponemos, no parece que confrontarían mucho con la situación que se describe en el citado artículo”.
Sin datos para la alarma
Valero insiste en que hay que dejar claro varios aspectos: el estudio puede estar sujeto a factores de confusión muy importantes (temperatura, humedad, contaminación en la zona valorada), porque hay otros informes que no siguen esta conclusión, y desde luego, “no hay datos suficientes y sólidos como para unir la polinización o los pólenes con el mayor número de contagios por SARS-CoV-2”.
De esta forma, desde la SEAIC consideran que no hay justificación para “alertar o crear una alarma mientras no existan más datos que refuercen unas conclusiones en las que no hay indicios claros de que sean definitivas”.
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