Las cifras en España son abrumadoras: uno de cada tres españoles presenta un caso probable de ansiedad y uno de cada cuatro de depresión (COP, 2021); unas 400.000 personas padecen un trastorno de la conducta alimentaria (Hospital Niño Jesús, 2015); uno de cada 10 estudiantes españoles ha sido víctima de acoso en la escuela (ANAR, 2022); y se suicidan 10 personas al día, mientras lo intentan otras 20; es decir, mueren al año por suicidio 3.941 personas (INE, 2020).
En el mundo, 450 millones de personas se ven afectadas por un problema de salud mental que dificulta gravemente su vida cotidiana y se calcula que una de cada cuatro personas padecerá un trastorno mental a lo largo su vida, según la OMS.
En el Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra hoy 10 de octubre, el presidente de la Asociación Española de Enfermería de Salud Mental (Aeesme), Francisco Megías, pone en valor la ética de los profesionales de enfermería en el libro "La ética del cuidado en la salud menta', que ha escrito junto a Carlos Aguilera Serrano, secretario de Aeesme.
Se trata de un manual que recoge los aspectos de la ética aplicada a la practica de la enfermería de la salud mental, apoyándose en perspectivas teóricas que reconoce, en los pacientes y sus familias, principios fundamentales de los derechos humanos: autonomía, respeto a la diversidad, atención expresa a las demandas y aportaciones de las familia, aplicación de códigos éticos profesionales y competencias estándares de la práctica clínica.
"Nos parece importante tener a mano un texto que recoja los aspectos de la ética aplicada en relación con la práctica de la Enfermería de Salud Mental para servir de apoyo en el oficio", explica a este periódico Megías Lizancos.
PREGUNTA: ¿Cuáles son las posibles preocupaciones éticas en la práctica de la Enfermería de la Salud Mental?
RESPUESTA: El trabajo diario de las enfermeras en Salud Mental las lleva a considerar la vulnerabilidad que presentan personas, familias y grupos sociales, así como la gran fragilidad que muchas veces presentan al no contar con soportes necesarios para abordar problemas de la vida diaria: desarraigo, ostracismo, marginación y desesperanza al no ver visos de una vida mejor. Muchas veces las personas llegan a un estado extremo de desesperanza o claudicación porque no ven un futuro mejor. Estos problemas se intenta abordarlos desde el trabajo integral que suponen los cuidados enfermeros y, frecuentemente, este proceso de abordaje va a requerir un gran espíritu de compromiso, de constancia, que requiere un fuerte apoyo para el propio profesional, evitando su propia rendición.
P: ¿Cuáles son los principales errores que se comenten?
R: La presión del trabajo diario en Salud Mental es muy importante y el profesional tiene que aprender a redistribuir el tiempo de dedicación y la implicación personal en cada uno de los casos que atiende. Suele ocurrir que algunos profesionales asumen un nivel tan alto de responsabilidad que les ciega a la hora de discernir cuál es el momento de retirada en el proceso operativo, vinculado fuertemente al proceso afectivo. Quiere decir: hay que equilibrar el peso de la tarea con la parte afectiva, evitando llegar al burnout.
P: ¿Cómo habría que cuidar 'éticamente' al paciente de Salud Mental?
R: El proceso de cuidados es interpersonal, entre la persona que tiene necesidades de Salud y el profesional, y en este proceso se van a dar distintas circunstancias que la enfermera tiene que reconocer más allá de su criterio que, a veces se dice, basado en la evidencia. La enfermera ha de ejercer una cercanía terapéutica, que conlleva respeto a la raza, a la condición sexual, a la cultura, a las creencias, a la identidad de género y a las manifestaciones de conducta que la persona exprese.
P: ¿Cómo está la Salud Mental de las enfermeras españolas en estos momentos?
R: En el momento actual y vinculado a la infección pandémica de la covid-19, la salud mental de las enfermeras se ha visto muy afectada como consecuencia de la presión asistencial a la que han estado sometidas, en momentos de gran confusión en los centros hospitalarios, porque nadie se esperaba esta gran pandemia y se carecía, en los primeros momentos, de medios para poder abordarla. Turnos muy largos, que dejaban de tener la denominación de turno para ser estados casi permanentes en los hospitales, dada la falta de personal sanitario en general, y de enfermeras en particular.
La presión asistencial no es solo el número de personas con un problema de salud, sino que hay que atender a todo el contexto que rodea la demanda de asistencia: desconocimiento de la patología y su evolución, convivencia con el sufrimiento humano en su más alta expresión, presión y demanda por parte de familiares muy desconcertados y en shock por las circunstancias que estaban viviendo, etc. Hay que tener en cuenta también la falta de apoyo individual y grupal por parte de las direcciones de los centros; en España no hay mucha cultura para que se valore el apoyo mutuo como un bien resolutivo en situaciones difíciles, ni los centros y servicios lo propician, ni a nivel individual se considera.
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