Vamos a empezar con una pregunta que te puede desconcertar…
Si pudieras elegir libremente, a tu gusto, ¿qué época elegirías para nacer?
¿Y si fueses mujer, si estuvieses enfermo, si fueses un niño, si pertenecieses a algún tipo de colectivo vulnerable…?
Si la respuesta a esta pregunta es que eliges el siglo XXI es porque intuitivamente sabemos que estamos viviendo tiempos extraordinarios. En mi nuevo libro, Fuertes, Libres y Nómadas, he querido destacar en positivo los retos que esta época nos está ofreciendo. Hoy, la pobreza global se ha reducido a un ritmo sin precedentes, la democracia y la alfabetización se han expandido, la esperanza de vida ha aumentado, ¡e incluso tenemos tecnología efectiva para enfrentar desafíos como el cambio climático o el coronavirus!
Pero claro, el cambio y el progreso ni son fáciles, ni son automáticos… Nuestro cerebro humano lleva cuarenta mil años haciendo las cosas de una determinada manera. No le gustan los cambios porque los siente como una amenaza. Y ahora, estos cambios no solo siguen su curso, ¡sino que se están disparando!
Es urgente reconocer que no hay una salud para el humano y otra para la naturaleza
El cerebro, con su mochila emocional programada para ayudarnos a sobrevivir -es decir, para esconderse, agredir o huir- genera pesimismo y una cantidad sesgada de emociones negativas: tristeza, ira, sorpresa, miedo... Este exceso de negatividad nos debilita en cuerpo y mente, y nos hace menos inteligentes y creativos. Pero afortunadamente, también estamos dotados para vivir como grandes optimistas. Y es que somos, por esencia, fuertes, libres y nómadas. Nuestros antepasados lograron sobrevivir gracias a estas cualidades. Nos toca, en el siglo XXI, adaptar estas cualidades a nuestros tiempos.
Amor por la naturaleza
Uno de los retos más urgentes para la humanidad es reconocer que no hay una salud para el humano y una salud para la naturaleza. El amor y la dependencia de los humanos por la naturaleza tiene sus raíces en nuestra dependencia evolutiva (teníamos más posibilidades de sobrevivir si nos instalábamos cerca del agua o de la vegetación tupida que nos daba protección y alimento). Somos, como poéticamente sugiere el naturalista Joaquín Araujo, “un bosque que un día bajó por las ramas y echó a andar.” Necesitamos reconciliarnos y reconectar con el planeta que nos cobija y nos da vida.
La lucha más difícil es contra la indiferencia, la codicia y el cinismo corrosivo que se niega a tener esperanza
Vamos a una forma fluida de vivir sin tribalismos ni fronteras, ni físicas ni mentales. Los nómadas del siglo XXI viajarán ligeros, mental y físicamente. No necesitarán nación o raza. El género, la edad o la etnia son conceptos del pasado.
¿Lo que más temo? Que después de esta pandemia regresemos a una zona gris de promesas vacías, resignación y vida insostenible. La lucha más difícil es contra la indiferencia, la codicia y ese cinismo corrosivo que se niega a tener esperanza y a ponerse manos a la obra. Quiero formar parte de un mundo valiente, verde, tecnológico, conectado; es decir, humano en el mejor sentido. Ojalá estos tiempos extraordinarios nos ayuden a despertar y dar voz al niño o niña soñador, fuerte, libre y nómada, que todos llevamos dentro.
Si al poder elegir una época para nacer eliges el siglo XXI es porque intuitivamente sabemos que estamos viviendo tiempos extraordinarios. diana Off Elsa Punset, escritora. Acaba de publicar su último libro ‘Fuertes, libres y nómadas’ Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/2GmixFS
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