El Consejo Autonómico de Enfermería de la Comunidad Valenciana (Cecova) ha advertido que la sobrecarga asistencial, la precariedad salarial y la falta de reconocimiento de las enfermeras que trabajan en las residencias valencianas, unido a la situación excepcional provocada por la pandemia de la covid-19, está provocando una “fuga” hacia hospitales y centros de salud. Según el COEV, esa situación “puede desembocar en una crisis grave si la incidencia del coronavirus sigue aumentando y estos centros se quedan sin la cobertura de cuidados necesaria para los usuarios”.
Según Juan José Tirado, presidente del Cecova, aproximadamente, el 75% de las residencias de la tercera edad están manos privadas y concertadas: “Desde la Administración se reducen los costes de los contratos para ahorrar al máximo y, por su parte, las empresas reducen la calidad de sus servicios (y los sueldos de sus trabajadoras) para poder obtener margen de rentabilidad. Un bucle que afecta a las enfermeras de estos centros pero, también, a los usuarios que ven como merman las atenciones”.
La situación de los contagios durante los meses más duros de la crisis de la covid han favorecido los contratos temporales en los hospitales y centros de salud, con el fin de poder cubrir la demanda clínica que generaba la pandemia, pero también han desembocando en que “las enfermeras huyan de los centros residenciales porque los sueldos son más bajos y se suele trabajar en peores condiciones”, añade.
Sueldos menores
Para visualizar las razones de esta situación, unas cifras: según el Cecova, “las enfermeras que ejercen en las residencias de la tercera edad en la Comunidad Valenciana cobran un sueldo bruto mensual que ronda los 1.600 euros, trabajando 200 horas más al año por convenio que sus compañeras de la sanidad pública. Sin embargo, estas perciben un salario de 2.000 euros al mes, sin contar los complementos (como carrera profesional, antigüedad o especialidad), que suponen hasta un 10% más del sueldo y que, en general, en las residencias no se suelen contemplar”. Además, a esto se suma la carga de trabajo y el estrés generado por la falta de personal y la situación de riesgo generada por la pandemia que se ha vivido en esas residencias.
Desde el inicio de la pandemia, un 30% de las enfermeras de las residencias de mayores han abandonado estos centros para incorporarse a la sanidad pública
Tirado advierte que las quejas de enfermeras de estos centros sobre sus condiciones laborales “son un goteo constante y acaban por dejar sin el suficiente personal en los geriátricos. Los datos que se manejan, tanto en la Comunidad Valenciana como en todo el ámbito nacional, arrojan que un 30% de las enfermeras de las residencias de mayores han abandonado estos centros para incorporarse a la sanidad pública desde que se inició la pandemia.
Al producirse un éxodo de profesionales de las residencias a los plazas que ofrecía Sanidad, los geriátricos se quedaban sin personal. “De ahí que durante el último año se haya triplicado la demanda de residencias que solicitaban enfermeras. Las empresas que gestionan no pueden cubrir las plantillas porque la ratio de enfermeras, en todos los ámbitos –clínico y residencial--, es muy bajo”, exponen fuentes del Cecova. La prueba más evidente de este éxodo, enfatizan, “es que la gran mayoría de enfermeras de residencias que recibe una oferta de trabajo, aunque sea temporal, para la sanidad pública, abandona su trabajo en los geriátricos porque las condiciones son mejores, tanto de sueldo como de horas de trabajo”.
Más enfermeras y mejor pagadas
La solución pasa obligatoriamente por contratar más enfermeras y reconocer su trabajo como se merece. Sin embargo, insiste Tirado, “la cuestión sigue siendo obviada por la Administración valenciana, especialmente por la Consejería de Igualdad y Políticas Inclusivas que dirige Mónica Oltra”.
Para el presidente del Cecova, “se debería igualar los convenios de las residencias con los de la sanidad pública. Se trata de las mismas enfermeras y de trabajos de atención y cuidados similares. Si las condiciones laborales y salariales fueran las mismas no habría este éxodo constante”. De hecho, concluye, se habla de que faltan más de 15.000 enfermeras para cubrir las necesidades de las residencias.
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