Aunque la vía oral para la administración de medicamentos sea, por lo general, la más sencilla y se considere preferente, hay una serie de circunstancias que pueden interferir en el efecto terapéutico de los tratamientos, empeorar su tolerabilidad y ocasionar efectos indeseados. El momento en el que se toma el fármaco, las interacciones con alimentos y la manipulación de las formas orales pueden ocasionar errores, muchas veces evitables, que son inadvertidos por los pacientes y los profesionales sanitarios.
Un nuevo informe, publicado en el Boletín INFAC, de información farmacoterapéutica del País Vasco, hace una puesta al día acerca de las últimas recomendaciones para que la toma de medicamentos orales se lleve a cabo en las mejores condiciones para garantizar su eficacia y seguridad. El artículo Administración de medicamentos orales: ¿cómo y cuándo?, ha sido elaborado por un comité multidisciplinar de expertos del Departamento de Salud, Osakidetza y la Universidad del País Vasco.
Aunque la norma general es seguir las indicaciones de la ficha técnica, los autores reconocen que, “en determinadas circunstancias, puede resultar difícil administrar un medicamento siguiendo las condiciones de uso autorizadas”.
Teniendo en cuenta que la adherencia a los tratamientos crónicos se sitúa en el 50%, destacan que “si la respuesta terapéutica es adecuada, el horario de administración y las posibles interacciones pierden relevancia”.
Manipulación
“Manipular una forma farmacéutica oral puede alterar sus características de absorción, afectar a su estabilidad, hacer que produzca irritación local, que tenga un sabor inaceptable, impedir que el principio activo llegue a su lugar de acción o suponer riesgos de seguridad para quien lo manipula”, recuerda el informe.
El que un comprimido esté ranurado no significa que se pueda fraccionar en dosis equivalentes. A veces, exponen, solo sirve para partir y facilitar la deglución, como sucede con la digoxina. Sin embargo, es habitual que se prescriban pautas con medios comprimidos debido a la no disponibilidad de las dosis adecuadas. “Se desconoce el impacto clínico de esta práctica, especialmente en medicamentos de estrecho margen terapéutico”.
En el caso de medicamentos considerados peligrosos por su potencial tóxico (citostáticos, antibióticos, inmunosupresores, hormonas), afirman que es importante que el paciente o cuidador reciba información sobre la manera correcta de manipularlos.
Dado que estos medicamentos pueden permanecer en el aire en forma de partículas, puede ser necesario usar mascarillas para evitar riesgos de inhalación, o guantes, para reducir el riesgo de la exposición tópica.
El documento señala las recomendaciones generales para la manipulación (fraccionar, triturar) los distintos tipos de comprimidos, como los recubiertos con película, sublinguales, liofilizados o bucodispersables o efervescentes.
También las cápsulas, de gelatina dura y blanda, así como los cápsulas y comprimidos con recubrimiento entérico o con gránulos de recubrimiento entérico, y los de liberación controlada .
Asimismo establece una serie de indicaciones para los pacientes con problemas de deglución y con sondas de alimentación enteral.
Cuándo
Adecuar el horario de administración de las dosis en relación con los ritmos circadianos puede mejorar la eficacia y minimizar los efectos adversos. Esta práctica, conocida como cronoterapia, puede ser importante con fármacos como los corticoides y en enfermedades como la hipertensión, donde se investiga si la administración nocturna de los antihipertensivos podría ser más eficaz en la prevención de eventos.
Aunque el efecto del cuándo no siempre está claro, se sabe que con algunos medicamentos un horario de administración no adecuado puede producir una menor efectividad o peor tolerabilidad.
En todo caso, un factor relevante a considerar son las preferencias del paciente en cuanto al horario de administración, con el objetivo de favorecer el cumplimiento. En este sentido, el artículo advierte que en general, en tratamientos crónicos es preferible que el horario de administración se relacione con las comidas para facilitar el cumplimiento. Las comidas pueden servir de recordatorio para la toma de la medicación y mejorar la tolerabilidad gastrointestinal, aunque también pueden influir en la absorción del fármaco.
Relacionar la toma de la medicación con las comidas favorece la adherencia
Al mismo tiempo, dado que la administración de medicamentos se asocia con frecuencia a la ingesta de alimentos la posibilidad de que existan interacciones entre ambos es elevada.
Estado nutricional
Se sabe que el tratamiento con ciertos medicamentos puede afectar al estado nutricional de los pacientes. Es el caso de largo plazo con inhibidores de la bomba de protones (IBP), se asocia al déficit de B12, magnesio, calcio y hierro.
Otros fármacos asociados a deficiencias de nutrientes son los diuréticos (calcio, magnesio, potasio, zinc), corticoides (calcio, vitamina D), metformina (B12), metotrexato (calcio, folatos) o tetraciclinas (folatos, hierro).
A su vez, el estado nutricional puede condicionar el efecto de algunos fármacos. La desnutrición proteica potencia los efectos de fármacos como la furosemida, la warfarina, los hipoglucemiantes orales y la teofilina. Pese a ello, el documento advierte de que “los prospectos de los medicamentos, rara vez aportan instrucciones de dosificación para estos paciente”.
Alimentos
Por otra parte, los autores recuerdan las interacciones alimento-medicamento más relevantes, como la de alimentos ricos en vitamina C (cítricos, kiwi) que mejoran la absorción del hierro.
En el caso de los anticoagulantes, por una parte los alimentos ricos en vitamina E y omega 3 (aceite de pescado) aumentan el riesgo de sangrado y los ricos en vitamina K (como las verduras de hoja verde) antagonizan el efecto del acenocumarol.
El pomelo aumenta la biodisponibilidad de un gran número de fármacos
Hay más ejemplos: una dieta rica en proteínas aumenta biodisponibilidad de alopurinol y propranolol y disminuye la de la levodopa; una alimentación rica en sal antagoniza el efecto de los antihipertensivos y aumenta la eliminación de las sales de litio mientras que los productos lácteos disminuyen la biodisponibilidad de los bifosfonatos, algunas fluoroquinolonas (ciprofloxacino y norfloxacino), mercaptopurina, metotrexato, y sales de hierro.
Un clásico al hablar de este tipo de interacciones es el pomelo. Se sabe que esta fruta aumenta la biodisponibilidad de un buen número de medicamentos, entre otros antiagregantes, aliskiren, algunos antagonistas del calcio, antiarrítmicos, antihistamínicos, benzodiazepinas, carbamazepina, colchicina, dextrometorfano, estatinas, etinilestradiol, inmunosupresores, tevotiroxina, ondansetron, oxicodona, prednisona, quetiapina, sertralina y sildenafilo.
A su vez, el alcohol (que no se considera un alimento), se asocia a interacciones con múltiples fármacos. Incrementa el riesgo de sangrado en pacientes anticoagulados con Sintrom y de hemorragia gastrointestinal entre los que reciben tratamiento con AAS y otros AINE.
Otras potenciales interacciones son el aumento del riesgo de toxicidad con la colchicina e incrementa el efecto depresor de antidepresivos, ansiolíticos, opioides, anticonvulsivantes y antihistamínicos H1 sedantes, así como del metamizol.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/2V1ivKG
No hay comentarios:
Publicar un comentario