Querida ciudadanía:
Hoy me dirijo a vosotros aprovechando que es el Día Internacional de las Enfermeras.
Para nosotras es un día importante en tanto en cuanto la citada celebración nos permite reflexionar sobre lo qué somos, hacemos y aportamos.
Pero también es importante conocer cómo nos veis, valoráis y reconocéis como ciudadanía y receptores que sois de nuestros cuidados profesionales. Más allá de la simpatía o cercanía que soléis valorar de nosotras, nos gustaría saber si tenéis confianza en nuestra aportación o si la misma la identificáis como algo específico y singular que nosotras y solo nosotras os podemos aportar tanto en la salud como en la enfermedad.
No nos vale tan solo con sentirnos satisfechas desde una autopercepción profesional, individual o colectiva. Ni tan siquiera nos es suficiente que en las encuestas nos valoréis muy satisfactoriamente. Incluso puede ser contraproducente al poder generar una sensación de conformismo o autocomplacencia que nos limite avanzar y mejorar.
Por eso hoy, como enfermera, me dirijo a vosotros para solicitar que hagáis un ejercicio de análisis y reflexión aún mayor sobre lo que esperáis de nosotras. Porque en demasiadas ocasiones damos por sentado que aquello que ofrecemos es lo que necesitáis y esto no siempre, me atrevería a decir que en la mayoría de las ocasiones o siempre, es así.
Vivimos momentos en los que el Sistema Nacional de Salud (SNS) en el que habitualmente, pero no exclusivamente, trabajamos está en cuestionamiento y en el que muchas veces se os trasladan mensajes contradictorios sobre qué es lo que hacemos, podemos hacer, nos dejan hacer o nos obligan a hacer, provocando confusión sobre nuestra actuación autónoma, nuestra competencia y nuestra responsabilidad enfermeras, que os hacen dudar sobre si nuestra aportación es realmente eficaz o es un intento de descargar a otros profesionales o de suplirlos.
Por todo ello, en estos momentos quiero trasladaros un mensaje de tranquilidad. Podéis confiar en la atención integral que os ofrecemos y prestamos. No estamos tratando de ser algo que no somos. Asumimos y ejercemos competencias para las que, no tan solo estamos perfectamente preparadas, sino que, además, nos corresponden como profesionales que actuamos desde la ética de los cuidados humanizados, tratando de situarlos al nivel de la dignidad que, como ciudadanía, os corresponde.
Podéis estar tranquilos porque nunca haremos nada que pueda suponer un peligro a vuestra salud o que nos aleje del marco competencial propio. No somos subsidiarias de nadie. Somos autónomas y tenemos capacidad de decisión y de actuación para prestaros cuidados de calidad y calidez. Tampoco queremos ni pretendemos ser, ni tan siquiera parecer, lo que no somos. Es más: queremos ser, parecer y aparecer como lo que realmente somos y de lo que nos sentimos orgullosas, enfermeras que trabajamos en equipo con otras/os profesionales sin que ello signifique que tan solo cumplimos órdenes o indicaciones.
En este día de conmemoración, pero también de necesaria reflexión, queremos pediros perdón si en alguna ocasión no hemos sabido trasladaros con la suficiente fuerza y convencimiento la aportación que nos permita contar con vuestra confianza y respeto, pero también pudiendo exigir lo que de nosotras esperáis. No somos un mal menor, un bien devaluado o un recurso más económico. Somos, como enfermeras, eficaces, resolutivas y eficientes
En una sociedad de cuidados como la nuestra en la que el 80% de los que se necesitan y prestan en el ámbito familiar lo aportáis vosotras/os, queremos trasladaros que podéis contar con nuestra atención, nuestro apoyo, nuestra compañía y nuestros cuidados profesionales en ese cuidado que asumís, para que no solo lo prestéis con la calidad que lo hacéis sino para que, como cuidadoras/es, no tengáis que renunciar a dar respuesta a vuestras necesidades.
Pero nos gustaría también que supieseis que nuestra aportación va mucho más allá de momentos en los que tenéis enfermedad, limitaciones, o cuidáis a quienes las tienen. Más allá del hospital o el centro de salud donde nos ubicáis. Allá donde vivís, convivís, trabajáis, estudiáis, disfrutáis… siempre podéis contar o exigir que haya una enfermera que os acompañe, comparta y participe con vosotros en la construcción de vuestra salud. Porque sois nuestro máximo objetivo de interés allá donde estéis o nos necesitéis.
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