Innovar como modus operandi para hacer crecer la farmacia hospitalaria. Es una de las máximas que defiende José Manuel Martínez Sesmero, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, y director de Innovación de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), quien considera que este compromiso con la innovación debe ser decidido, sin miedo al error y estar asentado siempre en el trabajo cooperativo.
Además de llevar esta filosofía como estandarte, Martínez Sesmero es el máximo responsable del Foro de Innovación de la SEFH, una iniciativa que acaba de poner en marcha su cuarta edición y que va dirigida a generar ideas y proyectos que ayuden a hacer frente a los principales retos a los que se enfrentan los farmacéuticos de hospital.
Su amplia trayectoria profesional, su compromiso con la innovación sanitaria y su apuesta por hacer de ella un pilar maestro de la farmacia hospitalaria, le han llevado a ser reconocido con el premio Admirables 2023 en la categoría de Farmacia.
Pregunta. Enhorabuena por este reconocimiento. ¿Qué visión tiene del estrecho vínculo que existe entre farmacia hospitalaria e innovación?
Respuesta. Muchas gracias. Históricamente, la farmacia hospitalaria siempre ha estado vinculada a la innovación y a la investigación, pero en estos tiempos que corren, en los que la sociedad evoluciona rápidamente a través de una tecnología cada vez más atomizada, el sector salud debe estar a la altura y aplicar las soluciones que van surgiendo para mejorar la atención, optimizar las eficiencias del sistema y adaptarse a un modelo de ciudadano-paciente que también evoluciona y que es distinto al de hace 10 o 15 años. La cultura de la innovación debe formar parte de nuestro día a día.
P. ¿Cómo percibe esa cultura de la innovación?
R. Desde la SEFH llevamos tiempo apostando por ella, y prueba de ello es que cuenta con una dirección propia. Es una filosofía que también se encuentra cada vez más implantada dentro de los hospitales, como en el Clínico San Carlos, en el que trabajo.
La innovación es algo que tenemos integrado y que nos lleva a cuestionarnos constantemente lo que hacemos con el fin de mejorar. Es un concepto que parte de la inquietud personal y que se extrapola a todo el colectivo de los farmacéuticos de hospital.
P. Es cierto que la innovación suele relacionarse siempre con nuevas tecnologías, pero entiendo que es un concepto que abarca mucho más, ¿verdad?
R. Así es. Es algo que traspasa y llega a muchos ámbitos (como la gestión de recursos, los factores económicos, los procesos asistenciales...). La innovación ha de interpretarse en 360º, en muchas dimensiones, en distintas capas y siempre debe estar centrada en las personas. Esa es la clave: que más allá de que venga acompañada o no de tecnología, trabajemos por una innovación útil, que resuelva los problemas y que dé respuesta a los retos.
P. ¿Cómo valora, como director de este ámbito dentro de la SEFH, la implicación de la farmacia hospitalaria en pro de impulsar la innovación?
R. En lo que respecta al fomento de la cultura de la innovación, la farmacia hospitalaria lleva tiempo trabajando en ello y está haciendo notables progresos ligados a aprender metodología y formarse en competencias. Creo que hemos llegado a unos niveles bastante óptimos, pero es tarea de todos seguir concienciándonos, aumentar esta apuesta y optimizar los estándares de calidad y las cotas de innovación, siempre percibiendo que lo que hacemos es útil y aplicable a la práctica profesional. Vamos por el buen camino, pero debemos seguir avanzando y comprender que el reto es ir superándonos a nosotros mismos con soluciones cada vez más eficientes.
P. Pensando en puntos de progreso y mejora, ¿qué barreras deben salvarse para seguir potenciando la innovación?
R. Pues hay varias. Por citar algunas, destacaría la propia coyuntura de los sistemas sanitarios, la estaticidad de las reglas de juego en los centros hospitalarios, los problemas en torno a los sistemas de incentivos, las dificultades en la gestión de recursos, la falta de reconocimiento de méritos, los déficit que existen en torno al partenariado y al capital privado... Muchos de estos factores son externos, pero también existen limitaciones que nos ponemos nosotros mismos cuando somos reticentes a cambiar el modo de trabajo o de colaborar. Hay ocasiones en las que esto se da y debemos aprender a gestionarlo para que no sea una barrera insalvable.
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