Ya en otra ocasión he comentado la abundante «jerga R» que podemos encontrar en nuestros hospitales en referencia a la abundante fauna residentil. Ahora me interesan de modo especial los términos acuñados a partir de las siglas MIR (de médico interno y residente). Si miricina (o MIRicina) es ―lo veíamos el viernes de la semana pasada― el estudio de los saberes médicos estrictamente necesarios para aprobar el examen MIR, mirero (o MIRero) es el médico ya titulado, pero que prepara el examen MIR en una academia para graduados.
En el hospital, a los R pequeños que rotan por especialidades quirúrgicas los llaman mirujanos; de MIR, desde luego, pero también del verbo ‘mirar’, pues se limitan a mirar u observar las intervenciones quirúrgicas, sin intervenir de forma activa.
Que un MIR es el último mono del escalafón facultativo queda claro en motes como esclavo o, más ingenioso, residente vapor. ¿Vapor? Sí, el MIR va por las historias clínicas, va por los análisis, va por los guantes, va por todo. De ahí que todos los mires sean, en general, mirserables. Aunque todavía hay un colectivo más miserable: el formado, en Méjico, por los mipserables (a partir de MIP, sigla de «médico interno de pregrado», más o menos equivalentes a lo que en España sería un estudiante de medicina en prácticas).
Fernando A. Navarro
Mireros, mirujanos y mirserables se cuentan entre los términos jergales vinculados a la miricina. Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/gQAKvj5
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