He explicado ya en otra ocasión que la planta Atropa belladonna, muy venenosa, deriva su nombre genérico de una de las moiras o parcas: Átropos, encargada de cortar el hilo de la vida de cada persona. ¿Y el epíteto específico belladonna que le dio Linneo en 1753? ¿Se han preguntado alguna vez de dónde viene?
Algunos, siguiendo al filólogo alemán Michael Hummelberger, lo hacen derivar de bellonaria, nombre antiguo de la planta relacionado con la diosa romana de la guerra: Belona (en latín, Bellona); al parecer, por haberse empleado en las guerras de la antigüedad para emponzoñar la punta de las flechas. Recoge esta explicación, por ejemplo, el botánico francés Jean-François Séguier, en la página 133 de su libro Plantae veronenses (1745): «nominis retionem reddidt Humelbergius: Bellonaria dicta est quod in bello cuspides tingendas et inficiendas illa uterentur».
La explicación más difundida, no obstante, hace remontar el epíteto al nombre vulgar italiano belladonna (equivalente al español tradicional de ‘belladama’, hoy reemplazado por el italianismo belladona). El primer uso documentado de este nombre popular lo encontramos en la obra del médico y naturalista sienés Pedro Andrés Matiolo (en latín, Petrus Andreas Matthiolus; en italiano, Pietro Andrea Mattioli), quien, en sus traducciones de la Materia medica de Dioscórides (1544), la llama herba bella donna. El término popular, según parece, alude al uso de esta planta como cosmético por parte de las mujeres italianas del Renacimiento (¿quizá siguiendo alguna costumbre heredada de las antiguas romanas?). Hay quien dice que se servían del zumo morado de sus frutos, que pasa con facilidad a añil, para pintar una raya de prolongación de la comisura palpebral lateral, simuladora de unos ojos rasgados; otros creen que las damas usaban más bien dicho zumo para agrandar las pupilas y embellecer así sus ojos. Posiblemente ambas cosas a un tiempo.
¿Dilata las pupilas la belladona? Sí, desde luego, como bien saben los oculistas de todo el mundo, que siguen empleando la atropina como midriático para facilitar el examen oftalmoscópico. Como el potentísimo anticolinérgico muscarínico que es, la belladona paraliza la actividad del sistema neurovegetativo y produce en ocasiones midriasis espectaculares, como el siguiente caso que recogió José Quer en el tomo III, página 210, de su Flora española, o historia de las plantas que se crían en España (1762): «Una dama de calidad se aplicó una porción de hoja fresca de la belladona en una pequeña úlcera situada debajo del ojo, que se juzgaba ser úlcera cancerosa; y fue tal el estrago que hizo, y relajó tanto la úvea en el espacio de una noche, que no se podía dilatar ni contraerse, porque la pupila se había vuelto del lado del grande ángulo, quedando, dilatada, cuatro veces mayor que la del ojo opuesto, lo que duró hasta que se quitó la hoja, por lo que la úvea recobró poco a poco su primer tono y la fuerza y resorte muscular».
¿Y una pupila midriática es acaso más bella que otra contraída? Sí, también: de forma involuntaria, nuestras pupilas se dilatan cuando nuestros ojos contemplan algo que nos agrada. Lo saben bien los compradores profesionales en bazares y mercadillos: usar gafas de sol (esto es, ocultar las pupilas al vendedor) facilita el regateo eficaz. Y nos resultan más atractivas las personas que nos miran con grandes pupilas. Era algo sabido desde antiguo, pero en 1965 el psicólogo germanoestadounidense Eckhard H. Hess logró demostrarlo científicamente mediante un ingenioso experimento de pupilometría. Hess mostró a un grupo de varones una serie de retratos de chicas jóvenes; para cada una de ellas usó una pareja de fotografías casi idénticas: la única diferencia era que, en una de las dos fotografías, había retocado los ojos de modo que las pupilas fueran notablemente mayores. Pues bien, los hombres que participaron en el experimento consideraron de modo uniforme más seductores y atractivos los rostros de ojos midriáticos. Toda mujer, en efecto, puede pasar por bella donna con solo dilatarse la pupila.
Fernando A. Navarro
"Belladama" llamábamos a este arbusto en España, 'belladonna' en Italia: nombres que rememoran su uso como cosmético femenino desde al menos el Renacimiento. On Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/uEtlsWc
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