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jueves, 8 de junio de 2023

"Los ojos de agradecimiento de las personas no se te olvidan nunca"

Profesión
rocio.rodriguez
Jue, 08/06/2023 - 08:00
Admirables 2023
Pilar Serrano, enfermera epidemióloga, vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Salud Pública y profesora de Enfermería en la UAM. Foto: JOSÉ LUIS PINDADO.
Pilar Serrano, enfermera epidemióloga, vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Salud Pública y profesora de Enfermería en la UAM. Foto: JOSÉ LUIS PINDADO.

Su currículum es inabarcable, casi como su pasión por todos los proyectos en los que se ha embarcado desde que se diplomó en Enfermería hace más de 35 años, haya sido en investigación, ejercicio de la profesión (tanto en hospital como en atención primaria) o docencia. Tenía muy claro que "quería estudiar más" y dedicarse a la salud pública, y de hecho hizo un máster en esta materia en Cuba que, asegura, le cambió la vida. Pero sobre todo, en su ADN tiene grabado a fuego la esencia de la Enfermería: cuidar a otros.

A día de hoy, entre otras muchas cosas, además de ser doctora por la Universidad Autónoma de Madrid en el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Salud Pública y directora de la revista Metas de Enfermería, es profesora en el Departamento de Enfermería de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma, es profesora y coordinadora del Máster oficial de Investigación y Cuidados de Enfermería en Poblaciones Vulnerables en esa misma universidad, colabora con otros centros a nivel internacional (sobre todo la Universidad de São Paulo) y dirige cinco tesis doctorales (aunque ya cuenta en su haber con otras nueve a nivel nacional e internacional).

Además, ganó la prestigiosa beca Marie Curie y de abril de 2021 a julio de 2022 se fue a la Universidad de Leeds, en Reino Unido, donde desarrolló un proyecto sobre la salud de las poblaciones migrantes en Europa, concretamente, de los españoles retornados tras el Brexit. Precisamente en las poblaciones migrantes y en la salud de las mujeres es donde se quiere centrar porque aunque dice que es "un poco Da Vinci y no soy capaz de renunciar a meterme en proyectos con diferentes problemáticas", el tiempo es escaso, reconoce.

A pesar de toda esa actividad intenta tener tiempo para disfrutar de la naturaleza; bailar, algo que le da energía (aunque no la necesita) y le ha resuelto "momentos difíciles de mi vida", y, sobre todo, disfrutar de las personas, "sin duda la familia y especialmente mi hija, mi persona favorita". Y ahora también de este reconocimiento con uno de los premios Admirables 2023 en la categoría de Enfermería.

PREGUNTA. Empecemos por lo básico, ¿por qué decidió estudiar Enfermería?
RESPUESTA. 
Porque me gustaba cuidar a las personas. La verdad es que es algo que he disfrutado y sigo disfrutando enormemente. Muchas veces me han preguntado si no echo de menos el ámbito clínico, la atención a las personas y por supuesto que lo echo de menos, pero sigo atendiendo a muchas personas. Cuando empezó la pandemia y nos pilló una avalancha que no éramos capaces de gestionar, yo hacía un seguimiento estrecho de personas amigas, conocidas y familiares, llamándolos y visitándolos porque era consciente del miedo, el desconcierto y la desatención. Yo cuido en la vida, a mis familiares y amigos siempre les atiendo, les hago curas, les doy consejos dietéticos, les acompaño...

O sea, cuidar se convierte en una actividad que ya no puedes disociar de tu vida. También inyectar este amor al cuidado a los estudiantes es algo que da muchísima satisfacción. No es lo mismo que atender directamente a las personas, ámbito en el que yo siempre me he sentido muy feliz, pero me consuela poder transmitir la relevancia que tiene la pasión por cuidar como algo fundamental para la salud de las personas. Aunque imparto esencialmente cuestiones de investigación, nunca lo disocio de para qué investigamos porque si no se pierde el fin: el propósito de investigar no deja de ser atender mejor a las personas.

P. ¿Qué supone para usted este Premio Admirables?
R.
Es un reconocimiento a que las enfermeras, y yo que tengo una trayectoria un poco particular dentro del mundo de la enfermería, somos valiosas, importantes, relevantes. Sin nuestra presencia, el mapa estaría incompleto. Nuestra presencia es fundamental para seguir construyendo un sistema de salud que dé respuesta a los problemas con un enfoque coordinado de todo lo que es la atención a las personas, que no solo son los servicios sanitarios, se compone de muchas piezas.

P. Empezó trabajando como enfermera en el ámbito hospitalario y luego fue enfermera en atención primaria. ¿Qué diferencias hay entre ser enfermera en un hospital y en un centro de salud y qué valora más de cada experiencia?
R.
Los dos ámbitos son fundamentales, no se puede elegir uno como más importante que el otro. Yo elegí la atención comunitaria porque me encanta la continuidad, lo que llamamos longitudinalidad en atención primaria, que es atender a las personas a lo largo de su vida, de su ciclo vital, en el contexto de su familia y su comunidad, desde la mujer que acaba de dar a luz hasta que acompañas a un anciano que se está muriendo en su domicilio rodeado de su familia. Siempre me ha parecido fascinante y me apasionaba la sensación de deber cumplido. Y el concepto de enfermería familiar, es decir, intervenir en todo el núcleo familiar, por ejemplo, tratar la alimentación con la persona que hace la comida en la familia, abordar los hábitos del niño a través de sus progenitores, etc.

He preferido la enfermería comunitaria a la hospitalaria porque me parece que tiene un trabajo mucho más autónomo y finalista con la ciudadanía. Aunque la interdisciplinariedad es la base en la atención primaria, la enfermera puede atender procesos desde el principio hasta el fin y esto a mí me daba una gran satisfacción. La conexión con la comunidad es muy potente, la gente tiene confianza plena en la enfermera y eso da una sensación de empoderamiento profesional muy fuerte. Pero la enfermería hospitalaria es esencial porque las personas tienen problemas agudos que hay que atender de forma eficiente porque comprometen la vida.

De mi etapa en la unidad coronaria recuerdo el papel protagonista en la mitigación del miedo de las personas que estaban aterradas antes de un trasplante cardiaco, pensando que su vida podía acabar. Mitigar el miedo y acompañar en todo el proceso de curación es algo que la enfermera hace de manera magistral y muchas veces de forma invisible. En la pandemia fui de voluntaria a unos de estos hoteles medicalizados antes de irme a Inglaterra con la beca Marie Curie y realmente fue gratificante volver a ver en la mirada de las personas cómo se serenaban cuando intervenías para disminuir su miedo y angustia. Ahí el papel de la enfermera es espectacular.

"Mitigar el miedo y acompañar en todo el proceso de curación es algo que la enfermera hace de manera magistral y muchas veces de forma invisible"

P. En ese ejercicio de la enfermería comunitaria abrió el centro de salud de Ciudad de los Periodistas, ¿cómo fue esa experiencia?
R.
Fue increíble, éramos un equipo muy joven de médicos y médicas, enfermeras, trabajadora social, personal administrativo, celadores... Fue un subidón de adrenalina ver que lo que habíamos estudiado en la universidad, el desarrollo de la atención primaria, el Real Decreto del 84, la Ley General de Sanidad del 86... cobraban vida, teníamos el enorme privilegio de hacerlas realidad y fue una experiencia fascinante. Disfruté enormemente aquella etapa, llevamos a cabo muchísimas iniciativas y nos dimos cuenta de que la atención primaria realmente podía resolver muchísimos problemas en la población, por eso ahora realmente estoy consternada con el rumbo que están tomando los servicios sanitarios en nuestra comunidad, especialmente en la ciudad que vivo, en Madrid, porque estamos perdiendo la pieza clave, que es la atención primaria de salud.

El centro lo abrimos en el año 90 y cuando un año después me fui a Cuba a hacer un máster de salud pública, aunque yo nunca he tenido ni pereza ni miedo para emprender cambios, me fui con duelo porque me daba mucha pena dejar a la población que atendía, a todas las familias, y busqué a una colega de la universidad que era buenísima enfermera, para ver si quería coger mi puesto y aceptaron mi propuesta, porque quería dejar a mis pacientes en buenas manos.

P. ¿Por qué eligió Cuba para hacer ese máster y qué supuso esa experiencia en su carrera y en su vida?
R.
Un colega con el que trabajaba en el área sanitaria 5 en atención primaria lo había hecho y trabajó también de profesor invitado en la Facultad de Salud Pública de La Habana, y me pareció muy interesante lo que contaba de su experiencia. Desde que acabé la carrera yo tenía muy claro que quería estudiar más y quería dedicarme a la salud pública, y en ese momento en España no había ningún máster en Salud Pública, pero el mismo año en que estaba aplicando para el máster de La Habana apareció el primero en España, el de la Escuela Andaluza de Salud Pública, y apliqué también para este. Me aceptaron en ambos y fue una decisión difícil porque significaba separarme de mi familia y mi entorno, pero pensé que la trayectoria de 20 años que tenía ese máster, que había formado a especialistas del mundo entero y a muchos de los que actualmente son líderes en salud pública en España, era una oportunidad única.

Cambió mi vida porque viví una salud pública realista, o sea, lo que aprendí en el aula funcionaba en las calles: una atención primaria totalmente implantada, unos programas de salubridad y de control de enfermedades infectocontagiosas a nivel comunitario, análisis de salud de todos los barrios y las zonas de salud teniendo en cuenta a toda la población, o sea, lo que dice el concepto que ahora está tan de moda de stakeholder, lo que son las partes interesadas de los ambientes comunitarios, de las personas que viven en los barrios.

Realmente me pasé un año enamorada de un país y de su gente, yo no puedo dejar de reconocer que Cuba es un país hermoso, La Habana es una ciudad impresionante y su gente profundamente seductora. Fue una experiencia en la que estaba viviendo como un sueño, no me daba tiempo a analizar todos los inputs que tenía mi cerebro. Entonces fui fusionándome con el país y aprendiendo muchísimo hasta que en abril del 92 me escribieron de enfermería de Puerta de Hierro para ver si me quería encargar de la asignatura de Epidemiología porque la profesora que daba Salud Pública se iba a EEUU, y dije que sí. Hasta el año 98 estuve doblando esa experiencia docente con el trabajo en un nuevo centro de salud, Virgen de Begoña, pero en el año 96 nació mi hija y cada vez esa situación era más insostenible, ya no podía.

P. Y ahí se decantó por la docencia...
R.
Sobre todo la vida me lo puso así. Me ofrecieron una plaza que era a tiempo completo en la universidad y aunque dejar la atención clínica también era una decisión muy difícil, pero realmente quería desarrollarme como investigadora y docente.

"La docencia tendrá la ayuda de la tecnología, pero no puede dejar de ser presencial", "El diagnóstico preciso requiere tecnologías solo disponibles en algunos centros", "La Sanidad necesita al farmacéutico para asegurar el bienestar de los ciudadanos"
P. A pesar de tener el máster, Enfermería no estaba reconocida aún en la estructura académica española y para empezar la tesis doctoral necesitaba un
Siempre con el 'leitmotiv' de cuidar a las personas, ha tocado todos los campos de la Enfermería, aunque hace años que se centró en la docencia y en la investigación. Admirables Admirables Off Rocío R. García-Abadillo. Madrid Off

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