"Ser experto en algo requiere horas, meses y años para dominar con maestría un tema. En definitiva, se necesita toda una vida. Pero tener el conocimiento no es suficiente, eso implica solamente que se sabe algo; hay que tener sabiduría, que exige aplicar ese conocimiento en la práctica". Quizás, por el sacrificio que todo ello implica y por esa destreza, "solo un 1% de los farmacéuticos comunitarios está especializado en dermofarmacia y de ese porcentaje, solo un tercio, pasa consulta en esta área más allá de la atención en el mostrador". Este es el panorama que dibujó Gema Herrerías, vocal de Dermofarmacia del Consejo Andaluz de COF, que participó en la jornada que Stada celebró en Madrid el pasado miércoles y que convocó a 600 farmacéuticos (más otros mil que lo pudieron seguir por Streaming).
Para la vocal autonómica, que ama su profesión y la dermo como así transmitió, defendió que es importante que haya farmacéuticos especializados en el cuidado de la piel, pues son muy numerosas las consultas que se reciben en el mostrador sobre el órgano más extenso del cuerpo, que es la piel, y sobre los efectos de los medicamentos sobre ella.
Por experiencia, Herrerías contó que un experto, cuanto más estudia sobre su campo, reconoce que tiene que estudiar más, "porque un experto es una persona que ha cometido todos los errores en un campo muy reducido". Por ello, añade que "la excelencia no es un acto es un hábito".
Este compromiso con la formación, que tantas horas exige la especialización, no se puede llevar a efecto si ese experto no cuenta con un equipo en el que delegar, algo que, según Herrerías, los farmacéuticos no practican. "Si queremos desarrollar un servicio en la farmacia, habrá otros que se tendrán que poner en manos del resto del equipo, porque no se puede controlar todo y hay que delegar, y este es uno de los fallos principales de las farmacias que no desarrollan servicios", afirmó.
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