La Red Europea de Leucemias (European Leukemia Net, ELN) publicó una nueva clasificación de las leucemias mieloides agudas (LMA) el pasado mes, al poco de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo hiciera también para las leucemias agudas, tanto mieloides como linfoides. Estas nuevas guías científicas intentan adaptar la estratificación de las leucemias con el avance en su conocimiento biológico, así como con la introducción de nuevas terapias dirigidas.
El congreso nacional de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), en Barcelona, ha contado entre sus ponentes con Hartmut Döhner, director del Departamento de Hematología del Hospital Universitario de Ulm (Alemania), y uno de los autores de la clasificación de la ELN, que actualiza la realizada en 2016.
La co-coordinadora del simposio sobre leucemias agudas Josefina Serrano, hematóloga del Hospital Universitario Reina Sofía, en Córdoba, sintetiza a DM que entre las principales novedades, la nueva actualización sobre LMA aportan “la recomendación de realizar al diagnóstico la detección de una serie de alteraciones genéticas que tienen una importancia en el pronóstico y en el tratamiento, y ya incorporan a las recomendaciones los nuevos agentes terapéuticos que han apareciendo en los últimos cinco años”.
El manejo de la LMA tiene aún mucho margen de mejora. “No llegamos al 50% de supervivencia en cinco años, en pacientes que pueden recibir tratamiento intensivo. Y en el caso de los enfermos ancianos, que son más frágiles y no pueden recibirlo, la supervivencia a los dos años está por debajo del 20%”. Estos datos apuntados por Josefina Serrano subrayan la necesidad de investigación en esta enfermedad.
“Si bien se está avanzando mucho en términos de diagnóstico y de nuevas moléculas, se necesita todavía mucho estudio biológico y clínico”, afirma, si bien admite sobre las expectativas en este campo que “en los últimos 5 años han aparecido unos diez fármacos nuevos y mucho conocimiento biológico; si esto sigue con este crecimiento exponencial es de esperar que mejoren los resultados en los pacientes y por ende, en la supervivencia”.
La hematóloga recuerda la importancia de “conocer determinadas mutaciones que son esenciales ahora mismo tanto para el pronóstico, como por su beneficio con tratamientos dirigidos concretos”. Ejemplo de ello, es la mutación de FLT3, para la que hay inhibidores farmacológicos, al igual que para las mutaciones en IDH1 y 2. “Para las mutaciones en TP53, también empiezan a surgir nuevos agente terapéuticos, pero además sabemos que se asocia a un mal pronóstico y que son pacientes que van a requerir tratamientos más intensivos”, apunta.
En relación al pronóstico, Hartmut Döhner ha desgranado en su charla los detalles novedosos de la estratificación de los pacientes con LMA en tres categorías: favorable, intermedia y desfavorable. El también presidente del grupo de estudio de LMA germano-austriaco ha mencionado dos cuestiones “que se suelen olvidar”: por un lado, “la determinación del riesgo inicial puede cambiar a lo largo del tratamiento”, y por otro, “esta clasificación se ha desarrollado exclusivamente sobre la base de pacientes que han recibido una quimioterapia intensiva”, lo que debe tenerse en cuenta a la hora de aplicarla a enfermos en los que se utiliza un tratamiento menos intensivo.
El acceso a los fármacos dirigidos a esas alteraciones moleculares en LMA no es completo todavía, pues con algunos se está a la espera de que sean financiados o de que se aprueben las indicaciones en Europa.
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